Fuente de la Cibeles

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Fue trazada durante el reinado de Carlos III como parte de las obras de ordenación del Paseo del Prado. Este proyecto, iniciado por José de Hermosilla bajo la supervisión del Conde de Aranda, se basaba en crear un espacio circoagonal limitado en los extremos por dos fuentes dedicadas a los dioses mitológicos Cibeles y Neptuno. En el centro, se situaría además una fuente dedicada a Apolo.

A la muerte de Hermosilla en 1775, Ventura Rodríguez se hizo cargo de las obras, y él mismo se encargó del diseño de las fuentes, incluida la Cibeles, cuyo proyecto y presupuesto fue presentado en marzo de 1776.

Aprobado el proyecto de Ventura Rodríguez, las obras de la fuente de la Cibeles comenzaron en 1780, encargándose de su realización los escultores Francisco Gutiérrez y Roberto Michel, así como el adornista Miguel Ximénez.

Esculpida en mármol de Montesclaros, consiste en un gran pilono circular sobre el que se sitúan unas rocas que hacen de soporte al carro de la diosa, el cual está tirado por dos leones. Sentada en el carro aparece la diosa Cibeles vestida con un fino manto. En la mano derecha sostiene un cetro, símbolo del poder universal, mientras que con la izquierda muestra las llaves de la ciudad.

La mayoría de la obra fue realizada por Francisco Gutiérrez, mientras que Roberto Michel se encargó de realizar los leones y parte del carro, y Miguel Ximénez realizó la ornamentación general.

Por último, a instancias de Juan de Villanueva, Alfonso Giraldo Vergaz completó su ornamentación con las figuras de un dragón y un oso, de cuya cabeza salían dos surtidores de agua potable, y que fueron retirados a mediados del siglo XIX.

Las obras finalizaron en 1792, situándose en un principio a la entrada del Paseo de Recoletos, mirando hacia Neptuno. Allí estuvo Cibeles hasta que en 1895, con motivo de la ordenación de la glorieta de Emilio Castelar, fue trasladada a su emplazamiento actual.

Lamentablemente, a lo largo de su historia, este símbolo de la ciudad de Madrid ha sido objeto de numerosos actos vandálicos que la han ocasionado importantes desperfectos; en 1841 fue robado el cañón de bronce que asomaba por la boca del oso, costando su reparación 1.800 reales. En 1931 fue arrancada su mano izquierda, y posteriormente, durante la Guerra Civil, hubo de protegerla mediante una compleja obra de ingeniería puesto que durante un bombardeo quedó muy dañada en su brazo derecho, nariz, así como en el morro de uno de los leones.

Por último, su conversión en musa futbolera le está ocasionando graves desperfectos, ya que por este motivo, varias veces ha sido mutilada, e incluso teñida de pintura fosforescente.

Fuente: © 2003 Desarrollo, Asesoría y Formación Informática S.A. (DAYFISA) — Universidad Autónoma de Madrid (UAM).

Fotos de Fuente de la Cibeles

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