Teatro de la Comedia

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Situado en un barrio de gran tradición teatral en que ya existían corrales de comedias —el de la Cruz y el del Príncipe (hoy teatro Español)— en los siglos XVI y XVII, el teatro de la Comedia se construyó en 1874 en un solar de la calle del Príncipe, propiedad de D. Silverio Larrainza, empresario de salas de juego que quiso dejar constancia de su actividad en la decoración del teatro. Por eso las estatuas en bronce del antevestíbulo representan a un malabarista y a un encantador de serpientes y los forjados de las balaustradas del interior de la sala reproducen motivos de los palos de la baraja (copas, bastos y espadas), e instrumentos musicales. El arquitecto manchego Agustín Ortiz de Villajos, autor de la iglesia del Buen Suceso y de los teatros de la Princesa (hoy María Guerrero) y del desaparecido Teatro Circo Price, fue el encargado de su construcción.

La Comedia se trazó en tres pisos y una platea con planta en forma de herradura, dispuesto a la italiana, con entrada por la calle del Príncipe para espectadores, y por la calle de la Gorguera (hoy Núñez de Arce) para carga y descarga. El interior fue construido con pasillos amplios y dos cuerpos de escalera, a derecha e izquierda de la sala, para acceso a plantas superiores. El teatro tiene doce palcos por planta, seis a cada lado, separados entre sí por un tabique con arco árabe y antepechos de hierro calado. La mayor novedad en su decoración y estructura fue la abundante utilización de elementos de fundición y de hierro forjado en sustitución de la madera, lo que aportaba una sensación de mayor ligereza al conjunto.

El escenario era de reducidas dimensiones y sin espacios complementarios para grandes montajes, pero incorporaba medidas de seguridad muy importantes para la época, que incluían un telón metálico cortafuegos y un sistema de regulación del alumbrado diseñado por Picoli, sustituído en 1888 por el alumbrado eléctrico. El piso de la sala, de madera, tenía un curioso mecanismo que permitía elevar la parte más inclinada y alinearse con el escenario, de modo que podía utilizarse también como salón de baile.

La decoración era deslumbrante, de inspiración árabe, con ciertas reminiscencias de la Alhambra, muy del gusto de la época. Estaba realizada blanco y oro, a excepción de las butacas, tapizadas en terciopelo rojo. El telón de boca que cerraba el escenario era un diseño del pintor José Vallejo, que representaba el Templo de la Inmortalidad y en el que aparecían poetas, actores y dramaturgos consagrados, como Calderón, Cervantes, Moratín, Julián Rome y el Duque de Rivas, entre otros. El arquitecto sólo cometió un pequeño error: olvidó diseñar los camerinos por creer que los cómicos iban ya vestidos al teatro desde sus casas.

El teatro de la Comedia se inauguró el 18 de septiembre de 1875, con la presencia del rey Alfonso XII. Se representó la comedia en tres actos de Bretón de los Herreros Me voy de Madrid, representada por el gran actor Emilio Mario, que programó muchas de sus temporadas, estrenando obras de Moratín, Calderón y Lope, entre otros autores. Le sucedieron posteriormente Emilio Thuiller, Berriatúa, Rosario Pino, Benavente, Borrás, Guerrero-Mendoza, la Fornarina, etc.

Desgraciadamente la noche del 18 de abril de 1915, se declaró un incendio que destruyó el interior del teatro, desplomándose el techo sobre el patio de butacas. El telón quedó destruido así como los decorados y el vestuario de El orgullo de Albacete, de Pedro Weber, la obra que se representaba esa temporada. La sala fue reconstruida en ocho meses por el arquitecto Luis Bellido, incorporando, por primera vez, hormigón armado y aplicando la normativa del Reglamento de Espectáculos. Aumentó a cuatro las escaleras, dejó sin uso el mecanismo de elevación del suelo del patio de butacas y construyó un vestíbulo y una cafetería. El 22 de diciembre de 1915 se reabre el teatro con la función La propia estimación, de Jacinto Benavente.

La Comedia ha vivido estrenos de nuestros mejores clásicos del Siglo de Oro y de autores como Benavente o Galdós, Dicenta, los Álvarez Quintero y Moratín.

En el teatro de la Comedia permaneció la gran María Guerrero de 1892 a 1905 y en él han sido compañías habituales en la Comedia los de Santacana, Luisa Esteso, Alberto Closas, Ismael Merlo-Diana Maggi, Mari Carrillo, Aldolfo Marsillach-Amparo Soler Leal, Rafael Rivelles o Margarita Xirgu.

Propiedad durante muchos años del empresario Tirso García Escudero, ha sido sede de la Compañía Lope de Vega, de José Tamayo. En 1986, el teatro de la Comedia fue arrendado por el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) como sede provisional de la recién creada Compañía Nacional de Teatro Clásico.

En 1999, el Estado compró el teatro y cinco de los pisos de edificio, consolidando de esta forma la Comedia como sede estable y definitiva de la Compañía.

En el mes de abril de 2002 la Comedia fue cerrada al público para someterse a una amplia reforma, ya que al tratarse de una construcción de 1874, era necesaria una rehabilitación integral de la sala.

Fuente: Ayuntamiento de Madrid

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