dando nombre al barrio que le rodea. Su historia documentada se inicia con el testamento otorgado el 31 de julio de 1657 por Gaspar Díaz de Fuenlabrada (1621-1657). Este vecino de Navalcarnero quiso honrar su devoción a San José con un legado de 1.000 reales que se emplearía en la fabricación de una escultura del santo que se situaría en el humilladero de la Cruz de Aparicio. Éste fue el punto de partida para la construcción de la ermita que sería bendecida en 1668.
Este edificio se componía de una única nave