Textos Literarios: El café

Textos literarios

El café

—¡Oh, si hablo! Y dijera más si no me llamase mi obligación. —Esto dijo levantándose y sacando el reloj, y yo me hubiera alegrado que hubiera apuntado con una hora de adelanto, que ya me dolía la cabeza, al paso que me gustaba aquel hombre estrepitoso—. Amo —siguió——, amo demasiado a mi patria para ver con indiferencia el estado de atraso en que se halla; aquí nunca haremos nada bueno… y de eso tiene la culpa… quien la tiene… Sí, señor… ¡Ah! ¡Si pudiera uno decir todo lo que siente! Pero no se puede hablar todo… no porque sea malo, pero es tarde y más vale dejarlo… ¡Pobre España!… Buenas noches, señores.

Entre paréntesis, y antes que se me olvide, debo prevenir que la misma curiosidad de que hablé antes me hizo al día siguiente indagar, por una casualidad que felizmente se me vino a las manos, quién era aquel buen español tan amante de su patria, que dice que nunca haremos nada bueno porque somos unos brutos (y efectivamente que lo debemos ser, pues aguantamos esta clase de hipócritas); supe que era un particular que tenía bastante dinero, el cual había hecho teniendo un destino en una provincia, comiéndose el pan de los pobres y el de los ricos, y haciendo tantas picardías que le habían valido el perder su plaza ignominiosamente, por lo que vivía en Madrid, como otros muchos, y entonces repetí para mí su expresión ¡Pobre España!.

Mariano José de LARRA (1809-1837)