Inicio » Reportajes sobre Madrid » Atalayas defensivas de la época musulmana en la Sierra de Madrid




España es un destino turístico con grandes bellezas naturales y majestuosos legados históricos.

Para los amantes de la exploración arqueológica la ruta de las antiguas atalayas es la opción perfecta para deleitarse con estas construcciones de la Edad Media.

Ubicadas en la sierra de Madrid, conocida como Guadarrama, están rodeadas por los horizontes montañosos y los bosques de la península ibérica. La aventura para conocerlas es un viaje inolvidable.

Un pasado sorprendente

Durante los tiempos de la España musulmana se creó un sistema de vigilancia con el propósito de controlar las acciones del Sistema Central: la calzada de Puerto Fuenfría, la romana de Talamanca del Jarama y el paso de Somosierra.

Las atalayas defensivas controlaban las vías de comunicación de los valles. Encendían fuegos que funcionaban como un código de advertencia interna, ante la presencia de un peligro inminente. Fueron levantadas en el siglo X dentro del margen izquierdo del río Jarama, por ser una zona estratégica para detectar cualquier ofensiva.

Estas atalayas medievales esconden infinitas anécdotas, con un atractivo milenario que hipnotiza a sus visitantes. Son las huellas más antiguas de la ocupación musulmana.

7 atalayas para visitar

El itinerario para recorrerlas comprende nueve municipios situados en los perímetros de la autovía del noreste y la del norte.

Atalaya de Venturada

Sus ruinas se encuentran en la urbanización de Cotos de Monterrey de Venturada. Es una torre con forma troncocónica. Una base de roca forma su primer cuerpo. En él resalta una muralla de 3 metros de altura, que se extiende hasta su entrada.

En la puerta principal inicia el segundo segmento, el cual llega hasta los primeros mechinales. El tercero está conformado por las vigas empotradas que formaban el piso, sobre los muros exteriores. Puede ser observada desde la carretera A-1, luego de abandonar el paso de supervisión.

Foto Atalaya de Venturada 2




Atalaya de Torrelaguna

Erguida en el año 950, se sitúa en el puerto de Torrelaguna. Conocida como Portillo de Notepares o Arrebatacapas, fue declarada como monumento artístico-histórico en 1983.

Con un emplazamiento paisajístico, luce una arquitectura cilíndrica y posee una altitud originaria de 13 metros. Estaba dividida en tres soportes separados por un suelo de madera.

Para apreciarla es necesario partir del centro de este asentamiento y tomar el desvío hacia la autopista de Berrueco (M-131). Luego de 5 kilómetros, se distinguirá hacia la izquierda una pendiente para aparcar los vehículos. Después de sortear el sendero irregular del monte y el anuncio de propiedad privada, estará este acervo visible sólo a la distancia.

Foto Atalaya de Arrebatacapas 5

Atalaya de El Berrueco

Muy cercana a la de Torrelaguna, en el pasado se conectaba con la muralla de Buitrago de Lozoya. Ambas supervisaban el embarcadero de Somosierra. Se puede entrar fácilmente con una escalera de mano, a través de su segundo nivel. Éste estaba diseñado para obstaculizar el paso de los enemigos.

Siguiendo la ruta de Berrueco, se pasan 9 kilómetros hasta una bifurcación orientada hacia la presa de El Altazar. En este punto el monumento saltará a la vista. La expedición deberá realizarse caminando.

Foto Atalaya musulmana en El Berrueco 7




Atalaya de El Molar

Andando por el trayecto del cementerio de este pueblo se llega al territorio donde antiguamente operaba este frente, el cual interactuaba con los de El Vellón y Torrelaguna. De él sólo queda un vértice geodésico. La cumbre que era su morada despliega una increíble panorámica.

Foto Atalaya de El Molar 6

Atalaya de El Vellón

Sobre el valle de Jarama, con una perspectiva espectacular, están sus cimientos. Fue restaurada en los años 90, hoy es utilizada como núcleo de custodia forestal.

Sus muros muestran un grosor de más de 1 metro. Se trata de una edificación de mampostería, con un acceso adintelado. Era la conexión entre Talamanca, El Molar y Torrelaguna. Para disfrutarla es necesario llegar a la salida de la aldea y tomar la calzada de Los Espartales

Foto Atalaya El Vellón 3




Torremocha del Jarama

Conocida también como Torre de Torritón, sus restos descansan al sur del paraje «El Castillo», en la orilla del arroyo Jarama. Con una herencia romana, fue el primer asentamiento de esta aldea. Se calcula que data del siglo XII, al igual que la iglesia parroquial.

Los visitantes necesitarán cruzar el puente sobre el río para desembocar en Uceda, hogar de esta magnífica reliquia.

Talamanca del Jarama

Fue uno de los primeros epicentros defensivos. Existe desde el año 860. Conserva las huellas de once torreones.

En sus fragmentos resaltan varias estructuras imponentes:

  • Un fortín que se integraba a una de las entradas, hallado en el tránsito de un puentecillo del medievo.
  • Una conexa a La Puerta de la Villa. Se encuentra desmochada, es muy alta y presenta saeteras en sus lados.
  • Tres barbacanas musulmanas, edificadas entre los siglos IX y XI. Las zarpas de sus bases son de piedra y ladrillo.

La puerta de la Villa, es el único acceso en pie. Al abrirse proporciona el contacto con dos torres cuadradas. El muro y el arco son piezas mudéjares con zócalos bien labrados. La curvatura es de medio punto, el relieve que está encima de ella y lleva el nombre de «La Tostonera». Una creación que evoca la Virgen Sedente y el Niño, realizada por el bajo Imperio Romano.

Para visitar este interesante rincón antropológico sólo hay que seguir la carretera M-102, hasta este asentamiento con forma de polígono, cercano al arroyo de Valdejudíos.

Foto Recinto Amurallado de Talamanca de Jarama 1

¿Cómo realizar esta escapada ancestral?

Esta interesante ruta puede llevarse a cabo en coche. En los días de verano puede lograrse en un día. Durante el invierno es necesario aprovechar al máximo las horas de luz o dividirla en dos jornadas.

Es especial para practicar el senderismo y el eco-ciclismo. La comarca madrileña ofrece la degustación de una exquisita gastronomía.

Una vasta oferta de restaurantes, con frescos productos de temporada y sabores típicos, abrazan el paladar con las setas, el queso de cabra, las verduras de la huerta y las suculentas carnes. En el frío invernal, sus chimeneas se convierten en el refugio ideal para disfrutar de la comida.

En pareja, en familia o con un grupo de amigos, es una ocasión maravillosa para darle un giro deslumbrante a la rutina.