Ruta Las Carboneras
Ruta que nos llevará descubrir la recuperación de una carbonera en su emplazamiento original en la dehesa supone un paso más en el empeño de mostrar la riqueza etnológica de la localidad.
La construcción de una carbonera era una de las tareas más complejas y sacrificadas en la vida diaria del pueblo. Un proceso largo y duro que empezaba con el sorteo del monte entre todos los vecinos. Este sorteo se repetía todos los años porque en la dehesa de La Hiruela había unas zonas de corta con mejor leña que otras. Había una corta por año y cada temporada se podían llegar a realizar unas 50 ó 60 carboneras.
La leña se cortaba en el invierno y se dejaba amontonada hasta la primavera. En mayo se cargaba con mulas y se llevaba hasta la hornera, que previamente había sido allanada y preparada para la realización de la carbonera. Las horneras solían estar situadas siempre en la misma zona y actualmente todavía es posible contemplar sus restos recorriendo una de las sendas turísticas de la localidad, la que recibe el nombre de dehesa de las carboneras.
Alrededor de la hornera se hacía un cordón de leña para que estuviera más a mano a la hora de encañar el horno. Se requería mucha destreza y habilidad. Después de encañarlo, se colocaban brezos y estepas, y en la parte superior hojas de roble. Sobre ello, se echaba tierra hasta cubrirlo totalmente, excepto la boca del horno que se dejaba libre para poder encenderlo.
El horno tardaba unos 20 o 25 días en quemarse totalmente. Los primeros díez días se “atacaba”, es decir, se echaba más leña hasta que se elaboraban los primeros carbones. Pasados estos días no era necesario alimentar más la lumbre. Durante este periodo era imprescindible que siempre, día y noche, estuviera presente alguien para controlar el fuego, por lo que se construían chozas para que los vecinos durmieran allí. De la combustión de una carbonera normal se podían obtener unos 5000 kg. de carbón.
Antiguamente el carbón ya elaborado se traía a las casas y se guardaba hasta el invierno. En estas fechas, los vecinos bajaban en mula todos los sábados hasta Buitrago, Lozoyuela, Manjirón o Torrelaguna para vender el preciado mineral. En los años posteriores, se vendía en la propia carbonera. Las mulas lo sacaban hasta la carretera y era cargado en camiones.
Fuente: Ayuntamiento de La Hiruela