Real Conservatorio Superior de Música de Madrid

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A instancia de la reina María Cristina de Borbón se fundó el Real Conservatorio Superior de Música, por Real Decreto de 15 de junio de 1830.

Seis meses después, el 1 de enero de 1831 comenzaron a impartirse los cursos, siendo su primer director el cantante italiano Francisco Piermarini. Este personaje fue el encargado de elaborar su primer Reglamento, aprobado el 16 de septiembre de 1830, y en el que fue incluida la Declamación como parte inseparable de la institución hasta el año 1851. Entonces, el centro estaba situado en la antigua plaza de los Mostenses, dependía directamente del patronazgo de la Corona y su organización era similar a la de los conservatorios italianos de la época.

El estallido de la Guerra Carlista y las necesidades económicas de la contienda, llavaron a las Cortes a suspender la asignación presupuestaria del Conservatorio el 12 de septiembre de 1835, dejando en manos del gobierno su mantenimiento, que en cualquier caso sería bastante ajustada. Acabada la guerra continuaron las dificultades económicas del conservatorio, e incluso estuvo cerca de desaparecer porque no contaba con el apoyo de una clase política que consideraba la institución de poca utilidad.

El 2 de diciembre de 1852 se ordenó su traslado a algunas dependencias del Teatro Real, inaugurado dos años antes, al tiempo que se modificaba su reglamento y se iniciaba una etapa más prometedora para la institución. En su nuevo destino contaba con dos salones, uno grande, que sufrió un aparatoso incendio en 1877 y se empleaba para los conciertos sinfónicos, y otro más pequeño para cuartetos. Nuevas disposiciones legales vinieron a ordenar el funcionamiento y la finalidad del Conservatorio, como los dos reglamentos elaborados a partir de la Ley de Educación de 1857 —Ley Moyano—, seguidos por las profundas modificaciones que se introdujeron durante el sexenio revolucionario (1868) y que incluso cambiarían el nombre de la institución por la de Escuela Nacional de Música y Declamación, denominación con la que se mantendrá hasta el año 1900.

Durante las dos primeras décadas del siglo XX el conservatorio se caracterizó por su problemática interna: más alumnos de los que podía acoger, escaso rigor en las calificaciones, excesivas recomendaciones y premios… En 1917 un nuevo reglamento inspirado por el director del centro, Tomás Bretón, vino a remediar esta situación.

En 1921 los daños que habían aparecido en los cimientos y en la estructura del Teatro Real aconsejaron su cierre y el desalojo de todas sus dependencias. El Conservatorio comenzó entonces un continuo periplo de estancias temporales por diversos teatros y locales de la ciudad. Así, parte de sus instalaciones como la biblioteca y algunas de sus clases fueron ubicadas en el Teatro María Guerrero, sus oficinas se trasladaron a una casa de la calle de Pontejos y otras dependencias se repartieron entre el Colegio Nacional de Sordomudos, la Escuela Superior de Pintura, el Teatro Cómico y otras casas de particulares y sociedades como la Unión Musical Española. En 1932, el gobierno de la II República trasladó el Conservatorio a un edificio de la Compañía de Jesús en la calle de Zorrilla y en 1939 se volvió a trasladar a unos locales del Teatro Alcázar. En 1943 se vuelve a trasladar a un palacio que había pertenecido a la familia de banqueros Bauer en la calle de San Bernardo, y en el que permanecerá hasta su retorno al Teatro Real en 1966. Al mismo tiempo que se producián estos desplazamientos, también se mudaban los reglamentos, se superaban las normas antiguas y se le daban nuevos medios a la institución.

El 12 de diciembre de 1990 fue inaugurada la nueva sede del Conservatorio, en el antiguo edificio del Hospital Clínico de San Carlos de la calle de Atocha. El Clínico había sido construido por Francisco Sabatini durante la segunda mital del siglo XVIII como un edificio anejo al Hospital General (1756-1781), sede del actual Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. En 1846 fue separado del Hospital General y se transformó en el Hospital Clínico de la vecina Facultad de Medicina, entonces emplazada en la calle de Atocha en el edificio que perteneció al Real Colegio de Cirugía de San Carlos (1780). Para acoger las dependencias del Conservatorio, el Clínico fue reformado en 1987 por los arquitectos Manuel e Ignacio de las Casas y Jaime Lorenzo, y se dotó el edificio con 5 aulas grandes, 35 medianas, 27 cabinas de estudio y dos auditorios, con capacidad para mil cuatrocientos alumnos y noventa profesores.

Por el Real Conservatorio de Música han pasado los músicos más importantes del país, como Pedro Albéniz, Hilarión Eslava, Ruperto Chapí, Emilio Arrieta, Tomás Bretón, Joaquín Turina, Manuel de Falla, Joaquín Rodrigo, Ataulfo Argenta, Teresa Berganza y, entre otros muchos, Cristóbal Halffter.

Fuente: © 2003 Desarrollo, Asesoría y Formación Informática S.A. (DAYFISA) — Universidad Autónoma de Madrid (UAM).

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