seña de identidad inequívoca de la tradición ganadera de estos pueblos. Su origen se remonta a la Edad Media y algunos de ellos se han venido utilizando hasta bien entrado el siglo XX. El potro era utilizado por los vecinos para inmovilizar a los animales y así herrar a las cabellerías y practicarle determinadas curas al ganado.
El potro de herrar se componía de los siguientes elementos:
— Monolitos de piedra clavados firmemente en el suelo y que construyen el soporte fundamental del resto de la estructura. Hay otras piedras menores cuya misión es la de servir de apoyo a la pata doblada del animal y facilitar el trabajo del herrero.
— El yugo de madera (también llamado ublo)