Convento de San Antonio
El edificio más importante de La Cabrera es el convento medieval de San Antonio, restaurado el siglo pasado y situado en un paraje privilegiado. Fue fundado por los benedictinos en el siglo XI. Está encaramado en lo alto de la sierra, mirador excepcional a casi mil doscientos metros de altura sobre el nivel del mar. Excepcional es la iglesia del primitivo cenobio, pequeño templo de tres naves muy austeras, con crucero y cabecera de cinco arcaicos ábsides semicirculares escalonados. Las columnas de tosca factura, los arcos triunfales en las capillas y la bóveda de cañón que cubre la iglesia proporcionan un aire arcaico al conjunto enormemente sugestivo. De la época franciscana queda la torre de la iglesia y, posiblemente, también una arcada renacentista.
Debió alojar una importante comunidad, como atestiguan los cinco altares de los cinco ábsides, una estructura que remite a la arquitectura del Cister. Semejante despliegue estaba reservado para las catedrales en la tradición románica. Mediado el siglo XIV, Íñigo López de Mendoza dio nuevo impulso al viejo cenobio encomendándolo a los franciscanos. Llegó a ser un importante centro de estudios teológicos y gramaticales, una verdadera Universidad. El convento sufrió su primera devastación con la llegada de las tropas de Napoleón. La exclaustración de 1834 empeoró la situación. Tras numerosos cambios de propietario, entre ellos un nieto de Goya, en 1934 el doctor Jiménez Díaz compró la finca para acomodarla como vivienda de recreo. San Antonio vivió un momento excepcional: fuentes, acuario, esculturas, jardines… Una verdadera villa renacentista en pleno siglo XX. Fallecidos sus propietarios y vueltos los franciscanos, en la actualidad, desde fecha muy reciente, lo rigen monjes identistas italianos.
San Antonio es el patrón de La Cabrera, y su fiesta se celebra el 13 de junio, con desfile de peñas, concurso gastronómico, pirotecnia, la elección de la reina de las fiestas…