Calzada Romana de Cercedilla

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LA CALZADA ROMANA DE CERCEDILLA está situada en la parte más septentrional del Valle de la Fuenfría, y aunque en la mayor parte de su trazado coincide con la actual carretera. M-966, sobrepuesta a la misma, todavía quedan diversos tramos visibles a lo largo de una longitud de 2,25 km. Aproximadamente. Estos restos arrancan al poco de pasar el puente de la Venta, en el margen derecho de la carretera frente a la finca Montesclaros, aunque no se hacen reconocibles hasta poco antes de llegar al puente del Descalzo, donde ya pueden apreciarse algunos trechos enlosados que —una vez atravesado— cobran continuidad hasta llegar a las cercanías del Chalé de Peñalara, donde se pierde la pista en el cruce con la vereda forestal para reaparecer poco después, continuando hasta superar el puerto de la Fuenfría en el límite del término municipal, prolongándose aún más allá, en la provincia de Segovia.

Los restos visibles consisten en un camino empedrado muy mal conservado, con una ancho variable —resultado de sucesivas reformas y ampliaciones— entre los 3,5 y los 14 m., y cuya construcción, aunque no presenta las capas superpuestas de las calzadas romanas canónicas (statumen de grava seca, rudus de hormigón de cal, y summa crusta o capa de rodadura formada por losas con la cara superior lisa) está muy cuidadosamente ejecutada, pudiendo parangonarse con la de otras vías de la época estudiadas. Primero se excavaron las tierras hasta encontrar una capa dura de cimentación sobre la que se preparó un lecho de apoyo formado por arcillas y pequeñas piedras recogidas in situ, en el que se asentaron grandes bloques irregulares de granito y gneiss — con un espesor medio de 20 cm— formando tres nervios longitudinales: dos laterales y uno central, que a veces se cruzan con otros transversales, rellenándose las bandas y recuadros resultantes con piezas de menor tamaño, igualmente hincadas.

En concordancia con el antiguo trazado de la calzada se levantan cuatro puentes, llamados del Reajo o del Molino, de la Venta, del Descalzo y de En medio— que salvan en sucesivos puntos el río de la Venta.

Puente del Molino o del Reajo. El primero, que es el mayor de todos con un ancho de casi 10 m y una altura desde el cauce del río hasta el antepecho de 15,4 m, está situado en la carretera M-622 procedente de Los Molinos, justo antes de llegar al túnel bajo las vías del ferrocarril. Consiste en un arco de mampostería vista colocada en seco —con un adovelado formado por grandes lajas irregulares de piedra sin desbastar puestas en cuña— sobre el que apoyan enjutas del mismo material, que actúa a modo de encofrado perdido que se rellena posteriormente con mampostería hormigonada con mortero de cal. El arco, con una luz de 6,5 m, se apoya en un basamento vertical levemente resaltado, reforzado en las esquinas d la cara oeste —aguas arriba— por sendos contrafuertes de planta semihexagonal que se convierten en triangulares en la parte baja para servir de tajamares. Estos contrafuertes se repiten en número de seis en la fachada oriental, donde contribuyen a reforzar los estribos del puente, que se prolongan en un muro de excepcional longitud reformado al construirse el túnel bajo la vía férrea en 1917.

Puente del DescalzoEl segundo puente, llamado de la Venta por su proximidad a la desaparecida venta de Santa Catalina, presenta características similares, aunque la altura y la luz son más reducidas, con sólo 5 m, transformando el arco en una bóveda de cañón; pudiendo decirse lo mismo de los puentes restantes, que, gracias a ubicarse en tramos desocupados de la calzada, muestran todavía su firme original en continuidad con el de aquella, ofreciendo asimismo un mejor estado de conservación debido a recientes restauraciones.

Una característica común a todos estos puestos, pero especialmente pronunciada en los del Descalzo, de Enmedio y del Molino, es el esviaje de las bóvedas de soporte, notablemente sesgadas con respecto al río para suavizar los quiebros de la calzada que los cruza oblicuamente. Durante mucho tiempo los historiadores especularon sobre cuál fue el puerto utilizado por los romanos para atravesar la Sierra: Navacerrada, Guadarrama o la Fuenfría, ya que la descripción del tramo Titulcia-Miacum-Segovia, correspondiente a la vía núm. 24 de Mérida a Zaragoza contenida en el Itinerario Antonino —una recopilación de todas las vías del Imperio realizada en el siglo III bajo el mandato de Diocleciano—, no permitía localizarlo con seguridad. Pero la aparición en 1910 de un miliario romano —conservado en el Museo Arqueológico Nacional— junto al puente de la Venta, despejó todas las dudas al respecto, aunque planteó una serie de nuevas incógnitas, consistiendo la primera en datar la fecha de construcción inicial de la calzada. Blázquez dio una solución satisfactoria al descifrar la inscripción casi ilegible del miliario: VSPNL QILV — CIDII D. AUG. TRIB. —C. .VII…., que interpretó como correspondiente al séptimo consulado del reinado de Vespasiano, lo que permite dar la calzada en los años 76-77 del d. I d.C., opinión generalmente admitida, aunque Fita retrasa las obras hasta tiempos de Trajano.

Puente de En medioMás difícil resulta trazar el recorrido del a misma, puesto que las localidades señaladas en el Itinerario Antonino son de conflictiva ubicación debido a los cambios sufridos por la toponimia desde aquel entonces; sin contar con la existencia de un error precisamente en la descripción correspondiente a este tramo, donde no se corresponde el cómputo de las distancias descritas en el texto con el realmente existente, problema que se ha resuelto tradicionalmente intercalando una mansio o venta adicional, que Miguel y Eced sitúa precisamente en Cercedilla, en las cercanías de la ermita de Santa María, por donde pasaba la calzada tras atravesar el puente de Matasnos sobre el río de los Puentes. Según Blázquez, que estudió la vía directamente sobre el campo a principios de siglo, la calzada, procedente de Miacum —identificado habitualmente como Meaques, en la madrileña Casa de Campo —, pasaba por Las Rozas, Villalba, Collado Villalba, Alpedrete, Guadarrama y Los Molinos antes de entrar en Cercedilla siguiendo la antigua colada de Matasnos, que llega hasta el puente del Reajo anteriormente descrito.

El último problema consiste en la datación de los restos que vemos actualmente, tema tanto más arduo en cuanto que la calzada ha sido usada ininterrumpidamente desde su construcción en el siglo I hasta la apertura del puerto de Navacerrada a finales del s. XVIII. En este periodo se sucedieron sin cesar las reformas e intervenciones, pues ya desde muy antiguo se adscribieron peones camineros al mantenimiento de la vía, que —como consta expresamente en el Catastro de Ensenada de 1752— corría a cargo de la villa de Cercedilla, encargada de la composición de caminos para los pasos de las personas reales y principal interesada en mantener expedito un trayecto que constituía la base de su prosperidad.

Por esta razón, y aunque la mayoría de los autores admiten la autenticidad de los tramos conservados, Fernández-Troyano —basándose en ciertos rasgos de los puentes inusuales en el mundo romana: esviaje, aparejo, anchura, presencia de contrafuertes, etc. — ha cuestionado la antigüedad de los mismos, que considera el producto de la reforma del camino realizada hacia 1728 para facilitar el acceso desde Madrid al palacio de la Granja. A este respecto el mismo autor aduce la existencia de otra senda empedrada más estrecha y deteriorada, que unas veces corre paralela al camino citado y otras desaparece bajo el mismo, y que se correspondería con el original romano.

En 1979 —gracias al tesón de Miguel y Eced, que había alertado sobre el delicado estado de conservación de los puentes de Enmedio y del Descalzo— se decidió la restauración de los mismos según proyecto del arquitecto Cervantes Martínez y el propio Miguel y Eced; efectuándose la obra a cargo del Icona y de la Comisión de Cultura, Deportes y Turismo de la Diputación Provincial. Así, se reconstruyó la bóveda del primero y se reparó —utilizando un apeo previo— la del segundo, que presentaba un enorme socavón de seis metros de diámetro, reponiéndose en ambos casos los antepechos. Por desgracia, las excavaciones arqueológicas realizadas por María Mariné con motivo de estas obras no aportaron datos concluyentes sobre la antigüedad de la vía, aunque permitieron conocer el sistema constructivo empleado, que puede relacionarse con el de otras calzadas romanas conocidas. Nuevos trabajos se han emprendido en 1996, bajo la supervisión de la Dirección General del Patrimonio de la Comunidad de Madrid, y con la colaboración del Instituto Nacional de Empleo —INEM— y la Sociedad de Amigos de los Monumentos Prehistóricos y de la Antigüedad —SEAMPA—, pretendiéndose la recuperación de todos los tramos conocidos de la calzada, desde Galapagar hasta la provincia de Segovia.

La calzada y los puentes romanos de Cercedilla fueron incluidos en 1967 en el Inventario de Protección del Patrimonio Europeo —I.P.C.E.— promovido por el Comité de Ministros del Consejero de Europa, proponiéndose su declaración como Conjunto Histórico-Artístico y Arqueológico Nacional en 1979, que fue incoada dos años después, aprobándose definitivamente en 1983.

Situación:

* Calzada: final M-966 al puerto de la Fuenfría.
* Puente del Molino o del Reajo: carretera M-622 (junto al túnel bajo el ferrocarril)
* Puente de la Venta: carretera M-966, km (finca Puente Pardo)
* Puente del Descalzo: camino del Chalet de Peñalara (cañada vieja de la Fuenfría)
* Puente de En medio: calzada romana (cañada vieja de la Fuenfría)

Fechas

Años 76-77 d.C. Reforma: h.1728

Puentes del Descalzo y de En medio: restaurados en 1979

Fuente: ARQUITECTURA Y DESARROLLO URBANO
Tomo VI (CERCEDILLA)
Edición 1999
CONSEJERÍA DE OBRAS PÚBLICAS, URBANISMO Y TRANSPORTE
COMUNIDAD DE MADRID-ZONA OESTE

Fotos de Calzada Romana de Cercedilla

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