Teatro Español
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Historia
Testigo de la historia de Madrid, el Teatro Español fue en sus orígenes un corral medieval donde se realizaban pequeños espectáculos. Entonces en él estrenaban sus piezas los que serían después grandes clásicos de nuestra literatura, abierta a todas las artes escénicas.
En el mismo solar que ocupa hoy día el Teatro Español ya se realizaban actuaciones a mediados del siglo XVI. Primero fue en el legendario Corral de la Pacheca, ocasionalmente alquilado a tal efecto por las Cofradías de la Soledad y de la Pasión, que así sufragaban los gastos de construcción y mantenimiento de los hospitales de la Villa y Corte. Años más tarde —en 1582 para ser exactos— se construyó, ya con carácter estable, el Corral del Príncipe, que abriría sus puertas al público el 21 de septiembre de 1583.
En 1600 se le añadiría una planta más, y entre 1627 y 1636, otras dos, incorporando en este caso los aposentos laterales, evidentes prefiguraciones de lo que luego serían los palcos. Con cuatro puertas, y apenas 13 metros de fachada, el corral llegó a albergar a cerca de 500 espectadores de pie —por único techo una lona extensible—, a unos 320 de asiento y un centenar largo de nobles, curas y autoridades en aposentos y desvanes, que asistían a las tres horas largas que solía durar un espectáculo.
En 1735 Pedro de Ribera levantó por primera vez unos planos fiables del Corral, tal y como era
entonces… porque el municipio había decidido derribarlo y erigir en su lugar el Coliseo del Príncipe, éste ya techado, aunque Moratín lo tildase años después de indecente asilo de las musas españolas. El nuevo edificio fue proyectado por Juan Bautista Sachetti y rematado por Ventura Rodríguez, abriendo sus puertas al público en 1746 para albergar a los chorizos —público afín al credo ilustrado—, enemigos acérrimos de polacos y panduros, que asentaban sus reales en el Teatro de la Cruz y en el de los Caños del Peral respectivamente. En 1802, un gran incendio dejó apenas la fachada en pie. Se decidió entonces reconstruirlo, encomendándose la labor a Juan de Villanueva: la fachada neoclásica del actual edificio —con no pocos retoques a causa de incendios sucesivos— es responsabilidad suya.
El Teatro toma forma
En 1840, el actor Julián Romea emprendió una serie de reformas que acercaron la disposición de la sala a lo que es actualmente: supresión de bancos y cazuelas, construcción de palcos y galerías en los cuatro pisos, implantación de butacas en el patio, definición concreta del lugar escénico al colocar el telón de boca, tendido de una red de conducción de gas para la iluminación de sala y escena y sobre todo, la incorporación del Café del Príncipe a las dependencias del teatro, lo que permitió un mayor desahogo para camerinos y dotación técnica. Según una ley promulgada en 1850, el Coliseo del Príncipe pasaría a llamarse Teatro Español, por estar fundamentalmente dedicado a la representación de autores nacionales.
En 1887, tras una serie de incendios provocados por las nuevas tecnologías, el Español estuvo a punto de derruirse por decisión del pleno municipal. Afortunadamente, una campaña popular lo impidió, y Ramón Guerrero, el padre de Dª María, reconstruyó el edificio y puso sus instalaciones al día, para que su hija lo reabriese en 1895.
Bajo la dictadura de Primo de Rivera, Pablo Aranda mejoró sensiblemente los mármoles y puso al día la dotación técnica del teatro. En 1933, con la Segunda Repúbica, el Teatro Español se conviertió en Teatro Nacional, dentro de un amplio programa de reformas socioculturales. No variarían las cosas a la llegada de Franco, que encomendó la dirección del teatro a Felipe Lluch, pasando a ser administrado primero por el Ministerio de Educación y luego por el de Información y Turismo.
La llegada de la democracia
La llegada de la democracia coincidió con un nuevo incendio del teatro. Una vez más rehabilitado, en 1980 volvió a manos del Ayuntamiento de Madrid, su histórico propietario. Se incorporó entonces a la fábrica originaria el edificio colindante —un tercio en superficie del total del teatro en la actualidad—, cuyo uso tiene muy diversas aplicaciones. La última gran reforma del Teatro Español —¡la número 14!—, data de 1995. Posteriormente, en Marzo de 2004 se reabrió el foso de orquesta, que había quedado sepultado en la reforma anterior, para poder acoger, como históricamente lo había hecho, espectáculos musicales con la orquesta situada en dicho foso. En febrero de 2006 se hace la última intervención en el edificio para adecuar las instalaciones y las zonas públicas del teatro a la normativa de protección contra incendios.
Fuente: Ayuntamiento de Madrid